dimarts, 4 de març del 2008

“Yo no tengo ideología. Prefiero a Oscar Wilde que a Lévi-Strauss o Foucault”

-Harold Bloom-

Harold Bloom, crítico de los críticos. Perteneciente a un culturalismo particular y original, alejado de las teorías deconstructivistas guiadas por Paul de Man y adoptadas por los profesores de la Universidad de Yale, en la que había estudiado y trabajaba. Creía en la literatura como un elemento útil en la vida, necesario para conocernos y conocer a los demás. Sentía la necesidad de expresarle al mundo que el genio es algo más que el talento. Que los genios son más que los autores alabados por los estudios culturales o multiculturales norteamericanos. Con El Canon Occidental, publicado en 1994, pretendía acercar al lector grandes autores, marginados por los estudios culturales anglosajones, a la vez que criticaba a los críticos, tanto de izquierdas como de derechas, por politizar los estudios y la crítica literaria.

Lo que intento hacer es defender el canon tradicional de la literatura occidental. Me interesa seguir demostrando por qué Shakespeare, Cervantes, Dante, Milton, Dickens y otros muchos son los autores que la gente debe leer, pero en las universidades del mundo anglosajón la batalla está perdida, así que en mis libros y en mis clases lo que dirijo es una especie de guerra de guerrillas, como los talibanes, pero con la certeza de que la campaña aquí ya terminó. Pero no es así en otras partes del mundo”

-Harold Bloom-

(Entrevista realizada al crítico en 2002, por Fernando Castelo, poco antes

de que se le hiciera entrega del Premio Internacional de Catalunya)

Defiende, tanto en sus estudios, ensayos y críticas, como en las clases que impartía en la Universidad de Yale, la eminencia estética y la utilidad de la literatura para la vida. Harold Bloom, a diferencia de los estudios culturales, trata de mostrar cómo un autor representa la realidad en su obra, en todos sus aspectos. Dice no pretender despertar conciencias, lo que recuerda a Wilde y su convicción de que una obra no puede ser inmoral. Tampoco le interesa la perspectiva historicista porque, para Bloom, un genio no es sólo producto de su contexto; en su amplio ensayo Genios compara a Shakespeare con algunos de sus contemporáneos, como Thomas Middleton, Philip Massinger y George Chapman, y asegura que no todas las obras que se producen en un mismo contexto llegan a trascender como Shakespeare ha logrado, y logrará, hacerlo.

Matizando que los 100 autores que estudia en su obra Genios no son los únicos “genios”, trata de extraer una idea personal, original y abstracta sobre lo que la designación del término significa. ¿Qué es el “genio”? Lo que diferencia una obra de una obra excepcional, de una obra que trasciende. Lo que distingue a un autor que posee ese genio creador es que es capaz de penetrar en la vida de los lectores, sus personajes se hacen más reales que la realidad misma, se hacen eternos de pura vitalidad. Bloom dice: “la vitalidad es la medida del genio literario” (Genios, capítulo dedicado a J.L. Borges).